lunes, octubre 30, 2006

Domingo especial

Hace varios días que quise escribir, pero además de no tener mucho tiempo para hacerlo, en un par de ocasiones lo intente, pero tuve problemas con la computadora o con blogger. Bueno al fin creo poder hacerlo.
El último domingo, después de varios meses nos reunimos en la casa de mi abuelita. Esta vez para celebrar su cumpleaños. Si bien aún nos reunimos con cierta frecuencia, no siempre podemos coincidir todos, todos tienen distintas cosas que hacer.

Después de varios años prendí la parrila. Nunca he tenido problemas para hacerlo, a veces me he demorado mucho, pero al final lo lograba. Es casi un arte y hace muchos años que no lo hacía. Normalmente mi hermano es quien lo hace, pero ese día no pudo estar allí. Al menos no me fue tan mal, el carbón prendió fácilmente y sólo quemé unas cuantas salchichas, pero se podían comer.

Mientras prendía el carbón, recordaba con nostalgia que de pequeños era costumbre visitar a los abuelos, lo hacíamos todos los domingos. Durante toda la semana esperábamos el domingo para poder ir a la chacra, ver a la abuelita, los tios, almorzar todos juntos y jugar con los primos.

Recuerdo que todo lo que había alrededor de la casa eran chacras y granjas. Hoy casi todo está urbanizado. Lejos quedaron los días en que jugábamos con la tierra o en la comida para las gallinas, lanzábamos piedras, volábamos cometas, montábamos bicicleta para ir a comprar a la bodega. Un poco más grandes recolectar frutas, recoger huevos, atrapar cuyes, dar de comer a las gallinas.

También estuve pensando en que será difícil que mis hijos, que aún no tengo, experimenten muchas de esas experiencias que tuve la oportunidad de vivir en mi niñez. Cada vez vivimos más entre cuatro paredes, cada vez las casas o departamentos se hacen más pequeños, poco a poco hay menos áreas verdes a nuestro alrededor, el campo queda más lejos y cada vez tenemos menos tiempo.

Pero aun así haré todo lo posible para que ellos, mis hijos, cuando los tenga, puedan disfrutar de todo aquello que contribuyó a que sea la persona que siento que soy. Que les guste y respeten la naturaleza, ojalá que admiren su belleza y entiendan su importancia, y que contribuya a ser mejores personas.

Al final del día cuando ví como se extinguía la brasa y quedaban sólo cenisas, pensaba en la vida del carbón como en mi vida. Importa mucho la calidad, mientras mejor es, se enciende más fácilmente, arde mejor, y no importa cuanta cenizas queden como los recuerdos, lo que más importó es como ardió. Es así que siento que mi vida está en punto que brinda el mejor fuego, y que si bien voy dejando huellas como la ceniza, tengo mucho por hacer, como carbón por quemar.

En resumen fue un día muy especial, me reuní con mi familia, mi abuelita cumplió un año más, y pude detenerme a pensar un poco en lo que quiero y a donde voy.

3 comentarios:

Marea dijo...

Qué lindos recuerdos, la verdad es que hemos tenido suerte de haber podido en nuestra niñez chivatear, yo lo hice en la playa y tu en la granja de tu abuelita, suerte tus futuros hijos de que pienses en brindarles esas vivencias al lado de la naturaleza, cariños.

Anónimo dijo...

...que especial ha sido leer este post, la vida nos hace cambiar tanto,
que a veces solo nos detenemos para ver en donde estamos, pero muchas veces, eso no es muy conveniente que digamos, nos mueve.
Pero es parte de la vida, pensar y repensar lo que uno hace o quiere para consigo y los demas.

un abrazo y mucha suerte.

Anónimo dijo...

podrías resumirmelo por favor? parece que si es interesante