miércoles, junio 28, 2006

Después de los demonios

Siempre después de que mis demonios salen, como el viernes pasado, me viene una bajada de ánimo. No creo que llegue a ser depresión. La duración de este estado es variable, normalmente son unos días. En raras ocasiones han pasado unos cuantos meses. Me siento muy mal por no poder controlar mi comportamiento. También depende de con quién y por qué reaccioné así. Si es con Di, mi enamorada, la situación es crítica.

Creo que no es posible deshacerme de mis demonios, pero si quiero controlarlos creo necesitar ayuda. Pensé que desahogándome y escribiendo aquí lo iba a poder manejar, sin embargo, veo que si bien parecía que todo iba por buen camino, de un momento a otro no pude con ellos. Falta algo, posiblemente sea necesario acudir a un especialista, un médico.

Si bien no me he sentido muy bien, he estado con la mente ocupada en mis quehaceres. Toda esta semana he estado recargado de trabajo. Pero hoy me espera un día difícil, estoy algo atrasado y tengo mucho por terminar. Si quiero descansar mañana, feriado, tengo que apurarme y esforzarme un poco más.

Siendo un poco más realistas, lo más probable es que tenga que trabajar un rato por la mañana, pero ojalá pueda tener la tarde libre. Mañana es un día muy especial y quisiera poder tener tiempo para celebrarlo.

sábado, junio 24, 2006

Pudo ser un día perfecto

Después de muchos días nublados y oscuros, ayer por segundo día consecutivo salió algo de sol en Lima. Hay quienes dicen que sus ánimos mejoran cuando esto ocurre. Dicen que el invierno limeño es deprimente, y cuando sale el sol les brinda algo de alegría. No creo que el clima afecte en los ánimos, pero ayer, coincidentemente estaba con el mejor ánimo en semanas. Sentía que las cosas saldrían bien. Y si, la mañana fue casi perfecta. Entregaba los trabajos como reloj, sin ningún contratiempo. Satisfecho.

Me alegraba como iba el día. Pensé que la tarde sería igual, hasta que a media tarde uno de mis ayudantes, por descuido, malogra una pieza. Me decía a mi mismo que no hay problema, son cosas que suceden. Me sentía muy optimista, pensaba que sería el único suceso no deseado del día. Ya sólo faltaban un par de horas para que se acabe el día.

Ya no quedaba mucho para acabar el día. Casi estaba cantando victoria, todo hacía parecer que iba a vencer al día. En eso al mismo ayudante que había malogrado una pieza, se le rompe una herramienta, otra vez su descuido, el mal uso de ella. Yo estaba algo molesto. Le estaba llamando la atención, cuando él me sale con una tonta excusa.

Soy paciente para enseñar, le tomo atención a los manuales y trato siempre que quienes trabajen conmigo siempre hagan lo mismo, para cometer pocos o ningún error. Por un momento pensé que tenía la culpa, posiblemente no le enseñé bien o no le proporcioné la información necesaria. Tal vez era yo quien se equivocó al elegirlo y confiarle ese trabajo. Pero conforme iba sacando mis conclusiones, él tenía toda la culpa. Era un tonto descuido.

Él seguía con su excusa. Me decía "Yo creía que...". Esta vez no pude contenerme y me llené de ira. Se salieron mis demonios, y esta vez con ganas. Le grité al pobre hombre y tiré la herramienta descompuesta al piso.

Minutos después, ya cuando mi respiración volvía a la normalidad, y mi furia se había disipado, pensé en mi comportamiento. Si bien yo tenía la razón y el ayudante no quería reconocerlo, esa no era forma de reaccionar. La herramienta ya no sirve, pero que ganaba tirándola. Le tuve que pedir disculpas a la victima de mi ira. Me sentí algo mejor, pero me quedé pensando en que otra vez he fallado al contener a mis demonios. Lejos aún estoy de poder decirles adios.

miércoles, junio 21, 2006

Voy por la vida

Muchas veces, como hoy, siento que la vida no me deja que la lleve por donde quiero, por el contrario, empiezo a dejar que la vida me lleve. Siempre trato de hacer lo mejor, pero llega un momento en que sin rendirme, las cosas salen peor. No son piedras en el camino, son rocas, y éstas no las puedo mover, sólo las esquivo. Aún no me rindo.

La tranquilidad que llevaba desde mi última visita al mar parece que se esfumó. Esperaba que durara un poco más.


Deseaba jugar el campeonato nacional de bowling, pensé que tal vez sirva para relajarme unos días, pero no puedo, no voy a poder. Me es imposible dejar el trabajo, no hay quien pueda reemplazarme. Tengo muchas cosas pendientes, además un compañero de trabajo tiene que operarse una hernia.

Lo que me estuvo entreteniendo algunas noches, haciéndome olvidar por unos momentos de lo que me esperaba al día siguiente era la final de la NBA, pero lamentablemente se acabó anoche con la victoria de los Miami Heats, que por cierto no terminé de ver. Me quedé dormido. Quería que los Dallas Maverick ganaran ese partido para poder ver uno más, pero ya fue. Campeona el ganador de siete fechas. Dallas comenzó ganando las dos primeras, pero increiblemente Miami ganó en forma consecutiva las cuatro últimas. Así se acabó también el basket.

Mi trabajo consiste en solucionar problemas, los problemas son retos. Pero cuanto los retos no los puedes resolver, he ahí otro problema. En el trabajo siempre siento la presión de los clientes quienes quieren el trabajo lo antes posible. Eso no es problema, pero todo es distinto cuando intervienen terceros. Mis proveedores no me cumplen, cuando un equipo se descompone, cuando un compañero de trabajo falta, etc. Y por mi lado hay trabajos que realizo que no salen como deseaba o como pienso que deberían salir.

Hay quienes me dicen que me preocupo demasiado. Normalmente siento que puedo hacer más. Aun que ya me estoy cansando. Mis demonios ni se asoman porque casi no tengo tiempo ni energías, las estoy perdiendo reclamando, últimamente sin pelearme, a mis proveedores y dando explicaciones para hacer entender a los clientes por las demoras.

En fin espero revertir esta situación pronto o me volveré loco, claro si es que no lo estoy aún.

domingo, junio 18, 2006

Jugar o no jugar, he ahi el dilema

He recibido una invitación para jugar en el Campeonato Nacional de Bowling, que se realizará en el Mega Bowling Jesús María, del 29 de junio al 2 de julio. No he podido aceptar todavía. No decido aún, me gustaría mucho poder jugar, pero resulta muy difícil dejar el trabajo. Tengo muchas responsabilidades y además un compañero tiene que tomarse unos días para realizarse una operación, así que también tomaré sus tareas.

No me encuentro en muy buenas condiciones y mi promedio no es muy competitivo. Pero pienso que podría obtener un resultado mejor al que tengo en este momento. Además no creo llegar a volver a tener una experiencia tan traumática como la que tuve hace tres años en la primera vez que competía en un campeonato nacional.

Empecé a visitar la bolera esporádicamente a modo de diversión. Llegó el momento en que pensé que podría ser competitivo y me animé a jugar un campeonato no oficial (no registrado en la federación). Progresé rápidamente gracias a la ayuda y paciencia del tio José y de Cesar, mis compañeros de equipo. Comencé con un promedio de 130. Al final del campeonato mi promedio llegó a los 170. Por equipos obtuvimos el título de subcampeones, además de la serie alta. Además en una rueda individual quedé segundo. En resumen tres trofeos para mi primer campeonato no oficial.

Al ver estos resultados, un equipo me invitó a jugar un campeonato nacional. Claro que en un principio no acepté. Nunca había jugado "en serio", no creía estar preparado aún. Después de varios días acepté, cansado de tanta insistencia.

Pues bien, resulta que jugué pésimo. Desde el inicio jugué tan mal, que me sentía muy presionado, me arrepentía haber aceptado jugar. No recuerdo bien, pero me parece que mi promedio fué de 154, mientras que el del resto del equipo superaba los 170. Qué mal se deben haber sentido por insistirme tanto para jugar.


En fin. No creo que se vuelva a repetir. Ahora tengo que tomar una decisión. Tengo tiempo sólo hasta este lunes. Ya sólo restan dos semanas para que comience el Campeonato. Si quiero jugar, tengo que conseguir una persona que me pueda reemplazar en el trabajo.

martes, junio 13, 2006

El niño y el mar

Estaba con los ojos cerrados, sintiendo el agua fría por las piernas y la suave brisa en el rostro. Apenas consiente de donde estoy sólo por el hipnotizador ruido de las olas. No sé cuanto tiempo puede haber pasado mientras estaba en ese estado, en un estado casi de inconsciencia. Por momentos sentía como si volviera a ser niño. Con menos problemas, sin mayores responsabilidades, lejos de mayores decepciones.

No lo quisiera decir. Por un instante sentía que quería quedarme allí para siempre, percibiendo esa tranquilidad, lejos de los ruidos molestos y la contaminación de la ciudad. Pero sabía que no podía ser. Tenía que regresar a mi realidad más temprano que tarde.

Desde pequeño he tenido una grata relación con el mar. Siempre ha servido para calmar mis demonios. Puedo pasar horas observando su inmensidad y admirando su mezcla equilibrada de tranquilidad y bravura, algo que yo debería aprender. Innumerables ocasiones he ido frente a él para contarle mis lamentos, llorar por horas mis penas, pensar sobre mis dudas y otras a celebrar mis alegrías y triunfos. Es así que muchas veces mientras me encuentro frente a él me vuelto a sentir niño, sientiendo esa paz que busco, a veces encuentro, pero no dura mucho.

Después de haber trabajado durante tres años seguidos, todos los días, incluyendo los domingos, sólo descansando en navidad, año nuevo y Semana Santa, soportado toda esa presión sin descanso, pensé que este año sería mejor, considerando que ahora descanso casi todos los domingos. Creía que encontraría la tranquilidad que tanto esperaba, que estaría más relajado, y que al fin podría decir adiós a mis demonios. Pero tengo una extraña sensación que me hace creer que talvez me he equivocado, y eso me impulsa abrir mis ojos.

Al abrirlos empecé a recordar poco a poco todo los sucesos de mi vida en los últimos meses, meses con innumerables crisis, principalmente del alma. Varias caídas, muchos golpes, algunas decepciones, y por si fuera poco, el estrés diario del trabajo.

Si bien dispongo con algo más de tiempo, no ha sido posible salir tantas veces como he querido. No me quejo, he tenido algunas oportunidades, pocas, de ir a la playa a descansar, pescar o simplemente a meditar, siempre en compañía de la persona que más me apoya, mi enamorada. Me preguntaba cuando podría volver a ver el mar. No lo había visto en poco más de dos meses. No faltaron invitaciones. Pero siempre me pesaba dejar las obligaciones por irme a descansar.

Ese día, el pasado domingo, me invitaron para una pequeña salida de pesca. Hasta momentos antes de salir, no había querido. Tenías algunas cosas por hacer, y no quería que se junten con todo lo que tenía que hacer al día siguiente. Además sabía que las condiciones no eran favorables para la pesca, el mar estaba movido. Pero en fin, me animé. Entre otras de mis motivaciones estaba que mi enamorada no tenía porque ser castigada y abstenerse de una salida de distracción, como en tantas otras veces que ella prefirió quedarse para acompañarme, también ella necesita relajarse.

De esta manera es como llegué a encontrarme frente al mar, tratando de aprovechar y disfrutar de sus mágicos poderes que me hacen sentir esa paz que muchas veces busco y no puedo encontrar. Si bien la pesca no fue productiva, el descanso valió la pena. Así que he vuelto a la realidad otra vez, pero ahora con algo más de ánimo, más tranquilo, dispuesto a afrontar nuevamente el reto diario de vivir. Sólo espero que esta vez sus efectos duren más, hasta la próxima vez que lo visite. No puedo saber cuando lo volveré a ver.

viernes, junio 09, 2006

Fútbol, no gracias

Esta es una de esas épocas que más odio. Faltan apenas unas horas para que se inicie el Mundial de fútbol Alemania 2006. Puedo aventurarme a predecir que me ocurrirá.

En casa van a querer ver los partidos, mientras que yo voy a querer ver mis programas de siempre. Ellos ganarán, son mayoría y me dirán que mis programas siempre los repiten, pero los partidos son únicos y los tienes que ver antes de saber los resultados para conservar la emoción, bla, bla, bla. Me molestaré, talvez mis demonios quieran salir, pero trataré de controlarlos.

Buscaré a algún amigo para tranquilizarme, pero este no me abrirá la puerta porque estará ocupado viendo fútbol. Iré a casa de mi enamorada, pero allí no podré ni conversar, porque haría ruido y eso molestaría a su papá que está concentrado mirando algún partido. Si hay una reunión social, lo más probables es que no participe de las conversaciones, que seguramente trataran de una espectacular jugada, del golazo, del equipo de tal país. En el trabajo ocurrirá lo mismo, todos los días comentarán sobre lo mismo, por supuesto, quedaré excluido de las conversaciones.

En fin, no debería tener mayores problemas, ya me a ocurrido varias veces. No se porqué odio al deporte que todos aman. Se me ocurren algunas posibles causas:


- Nadie me incentivó mayor interés en este deporte.

- Algún rompe piernas me pateó y lloré de dolor.

- De niño me robaron mi pelota.

- Mi abuelo cada vez que había un partido, me cambiaba de canal, dejándome sin ver mis dibujos animados.

- Un pelotazo en la cara me dejó un trauma.

- Era tan malo jugando, cuando se jugaban las "pichanguitas" nadie me escogía para su equipo.

- Si alguna vez me invitaron a jugar en algún equipito, me la pasé sentado en la banca.

- La primera y única vez que entré al campo fue el día de mi primer gol, lo malo es que anoté para el equipo contrario.

- Cuando jugábamos "camotito" (no se que otro nombre tiene ese juego) era yo el que, por mucho tiempo, tenía que recuperar la bola, todos se aburrían.

- Los pocos partidos que he visto por televisión han sido extremadamente aburridos.

- Si alguna vez vi jugar a la selección de mi país, lo más probable es que me hayan dado pena.

- Es posible que haya sido fanático de algún jugador, pero me decepcionó al conocerse sus malas costumbres fuera de la cancha.

- Cada vez que hay partido en el Estadio Nacional o Matute, me toma más del doble de tiempo llegar a casa.

- Alguna vez me la tuve que pasar refugiado en una bodega ante el eminente paso o bronca de las barras.


- Como dicen las personas que me conocen, me gusta dar la contra. Si todos quieren futbol, yo lo odio, así de simple.

Todo es futbol por estos días, pero trataré de mantener la cordura, mantener a mis demonios atados. Buscaré entrenerme con otras cosas, como escribir en mi blog. Después de todo puede ser verdad que funcione como terapia anti demonios.




miércoles, junio 07, 2006

Prueba y error

Me había propuesto escribir por lo menos cada tres días, pero la verdad es que he estado tan metido en el trabajo estos últimos, física y mentalmente, que llegando a casa, cansado, no he tenido ganas de escribir.

Mientras tanto, me he dado un tiempo para visitar algunos blogs, conocer un poco la edición de html, sindicación, los tags, entre otras cosas. Aunque no se si he perdido mi tiempo, porque hasta ahora (ya llevo dos semanas en esto) creo no entender nada, y todo lo hago con el método de prueba y error. Algunas cosas funcionan, otras no. Entre las que no, están los tags. Se supone que seguí todas las recomendaciones de PeruBlogs, pero parecen no funcionar.

Tampoco se cómo hacer para tener un link de Notas recientes o Mis últimos post en la columna lateral, que tampoco no se cual es su nombre ¿Puede ser sidebar?. Mientras más tiempo paso aquí metido, en vez de aprender más, termino con más dudas. En fin paciencia... tengo mucho que aprender.

viernes, junio 02, 2006

La Odisea

Desde hace varios meses regresar a casa después del trabajo casa es más estresante que el mismo trajín diario. Me toma más del doble de tiempo que me tomaba antes. No basta con el caótico tráfico que hay 6:00 y 7:30 de la noche en el Centro y La Victoria, por el excesivo número de unidades de transporte que circulan por sus principales arterias, eso siempre a existido, ya estaba acostumbrado. Ahora se suman varias obras en la ciudad, que no puedo entender si se trata de descoordinación o es que así los alcaldes hacen su campaña para las próximas elecciones municipales, y nos cierran todas las calles y avenidas para que se forme un tráfico de los mil demonios, con el fin de que todos los limeños notemos que se está haciendo obras.

Todo comenzó hace más de un año con la obra de la Vía Expresa Grau, que por cierto ya cumplió su plazo de entrega en más de una oportunidad. El tráfico se convirtió en un problema desde ese entonces. La segunda obra se inició hace unos meses, ya no se cuantos, empezaron la obra del By Pass de la Paseo de la República con México. Pero no basta con ello para hacer del tráfico algo endemoniado. Ahora casi toda la Av. Manco Cápac está intransitable, casi cerrada en su totalidad. Si yo me quejo, no me imagino cómo soportan los pobres transportistas o la gente que tiene que utilizar estas rutas varias veces al día. Pero allí no termina todo, hace unas semanas comenzaron con la Av. Arenales. Hay varios cruces que están cerrados hace varios días. No comprendo por qué no lo hacen por tramos.

Ya notamos que están haciendo obras, pero no es necesario perjudicarnos así. No se dan cuenta cuantos vehículos detenidos, perdiendo tiempo y quemando combustible en vano. Acaso no basta con él alto nivel de contaminación de la ciudad por el exceso de unidades y la falta de mecanismos de control como las Revisiones Técnicas. Pienso que podemos hacer mejor las cosas. Se entiende que tenemos que hacer un sacrificio para mejorar y modernizar la ciudad. ¿Pero todas las obras a la vez? Eso si que no lo comprendo.

Y para cerrar su campaña, anoche, al candidato Alan García se le ocurre hacer el mitin del APRA en el Paseo de los Héroes Navales, frente al Sheraton. El tráfico fue infernal. El trayecto que antes de todo el caos me tomaba 15 minutos, ayer me tomó casi una hora.